A caballo entre la realidad y la ficción

El primer paso es reconocerlo: “Soy friki… ¡y me gusta serlo!” Porque es divertido, creativo ¡y no hay nada de malo en ello! Una vez liberados del peso que supone mantener reprimida nuestra verdadera identidad, abramos nuestra mente a todo un mundo, desconocido para muchos, en el que se mezcla la historia real con la ficticia hasta el límite que le queramos marcar, en el que el deporte tiene toques de fantasía y en el que todos salen ganando después de la batalla después de haber liberado adrenalina, calorías e imaginación a partes iguales. Hablamos, cómo no, del SOFTCOMBAT.

Un sueño hecho realidad

Quienes crecimos en los 90 jamás podremos olvidar aquel programa de televisión en el que comenzaban decenas de participantes, y terminaba sólo uno. El señor Takeshi y el chino Kudeiro se colaban en nuestras pantallas los fines de semana a la hora de comer y, además de los concursantes, algún otro lo pasó mal al atragantarse de la risa. Humor amarillo, que así se llamaba aquel exitazo, era una especie de videojuego de plataformas llevado a la vida real en forma de gymkana en la que una especie de escuadrón suicida se enfrentaba a todo tipo de adversidades para conseguir conquistar el Castillo de Takeshi.

La primera partida de Paintball

El paintball surgió en los años 70 como un juego de caza entre amigos, conocido entre ellos y considerado más un juego que un deporte en New Hampshire. Estos dos amigos eran Hayes Noel y Charles Gaines que habían adquirido experiencia en tiro a través de la caza de búfalos, e inspirados por la novela “El juego más peligroso” de Richard Connel, decidieron recrear un juego en que se pudieran cazar entre ellos sin el peligro se salir heridos en la vida real.